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Cómo mejorar tu rutina de limpieza en casa

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¿Sabes cuánto tiempo pasamos limpiando a lo largo de nuestra vida? Yo no, iba a consultarlo para escribir esta entrada, pero cambié de idea porque creo que saberlo me deprimirá un poco. Pero debe ser una cantidad de tiempo enorme. 

El problema es que no hay nada que puedas limpiar una sola vez y olvidarte. La limpieza nunca se acaba porque todo tiene que ser limpiado una y otra vez. 

Y aunque todos tenemos un estándar diferente de lo que es una casa limpia, la realidad es que el estado de nuestra casa nos afecta de muchas maneras. 

Puede afectar a nuestra salud si no mantenemos un mínimo de limpieza.

Puede afectar a nuestra vida social si dejamos de invitar gente a casa porque nos avergüenza su estado.

Y lo más importante, también nos puede afectar psicológicamente:

  • Cada vez que tienes esa sensación de ir siempre por detrás, de que tu casa nunca está realmente limpia.
  • Cuando justificas no limpiar algo porque no tienes tiempo o estás cansado (razones muy válidas), pero que te hace sentir un poco mal contigo mismo.
  • Cada vez que te preguntas por qué tu casa no está igual de limpia y ordenada que las casas de los demás.

Todo lo anterior son pequeñas fuentes de estrés y frustración a las que estamos expuestos prácticamente a diario.  

Llegar a un punto en el que mantener tu casa limpia deje de ser una fuente de estrés no va a pasar de un día para otro, pero es posible, y para conseguirlo necesitas tener una buena rutina de limpieza. 

¿Y cuál es una buena rutina de limpieza para el hogar? La que está pensada para ti, tu casa, tus circunstancias y tus preferencias. 

Y no puedo enfatizar las palabras “para ti” lo suficiente, porque  tengo muy claro que la limpieza es algo subjetivo. 

Una misma casa puede estar como los chorros del oro para una persona y ser una pocilga para otra. Por eso no puede haber una rutina universal que nos funcione a todos por igual.

Y así debe ser.

Se trata de conseguir el nivel de limpieza con el que cada uno de nosotros está cómodo y que sea realista con nuestras circunstancias actuales. 

Por eso, cuando más abajo use ejemplos de mis tareas diarias o semanales, puede que te parezca que limpio algo demasiado a menudo o demasiado poco. 

Pero serán solo eso, ejemplos.

Al final, la frecuencia que tú le des a cada tarea será la que funciona para ti, no la que funciona para mí o para otra persona. 

Cocina limpia y ordenada

Ventajas de tener una rutina de limpieza

Tener una buena rutina de limpieza no va a hacer que tengas que limpiar menos, pero te va a ayudar con dos cosas muy importantes: 

1. Dejar de pelearte contigo mismo cada vez que te paras a justificar si limpias algo o no:

Lo natural es acabar no haciéndolo, porque hay mil cosas mejor que hacer que limpiar los armarios de la cocina. 

Es así porque muchas veces, cuando le damos a nuestro cerebro la opción de decidir sobre algo, va a elegir la que sea menos estresante en el momento. Si no nos apetece limpiar, vamos a justificar no hacerlo, así de simple. 

Tener una rutina elimina la opción de no hacerlo, como cuando no nos planteamos si hoy nos vamos a cepillar los dientes o no. 

Dicho esto, decidir que los martes vas a fregar el suelo no significa automáticamente que siempre lo vayas a hacer en ese día. Puede surgir un imprevisto, o te puede doler la cabeza, o puedes tener tan pocas ganas de fregar que simplemente no lo hagas.

El objetivo de la rutina no es cumplirla al 100% y que controle tu vida, sino tener un plan que puedas seguir casi en piloto automático, pero que puedas ir cambiando si es necesario.

2. Limpiar las cosas en su justa medida: 

Ni limpiar algo que aún está limpio, ni dejar algo sin limpiar tanto tiempo que cuando te pones a ello la tarea es enorme. O peor aún, por no haberlo limpiado a tiempo se ha estropeado, como cuando la cal se acumula en los grifos o algo se oxida. 

Persona limpiando un lavabo como parte de su rutina de limpieza

Pasos para mejorar tu rutina de limpieza actual

Seguro que ya sigues una rutina y que en su mayor parte te está funcionando bien.

Con lo que quiero ayudarte en esta entrada es a identificar las cosas que no están funcionando, de manera que mejores tu rutina y de verdad te ayude a llegar al punto en que la limpieza de tu hogar no sea una fuente de estrés. 

Para conseguirlo, empieza por contestar a las siguientes preguntas: 

¿Qué tengo que limpiar y con qué frecuencia?

Vale que nada se puede limpiar una vez y ya, pero no hay que limpiar tan a menudo la puerta del salón como la encimera de la cocina.

Para dividir las tareas en función de cada cuánto tiempo hay que hacerlas, no hay nada como el sentido común de toda la vida:

Limpieza de mantenimiento: diaria

Son las cosas que haces cada día sobre la marcha para mantener la casa limpia y ordenada. Es tu mínimo, lo que quieres hacer a diario sí o sí.

Cosas como fregar los platos, hacer la cama, limpiar la encimera de la cocina… 

Al ser algo diario, es la rutina que todos perfeccionamos antes, y son tareas que hacemos rápida y eficientemente porque vamos ya en piloto automático. 

Limpieza profunda: semanal, cada 2 semanas, 1 vez al mes

Las zonas de mucho tráfico como la cocina, el baño, el suelo… hay que limpiarlas a fondo de vez en cuando para luego poder mantenerlas limpias en el día a día.

Cosas como limpiar el baño por completo, la cocina a fondo, aspirar los sofás, limpiar cristales y espejos…  suelen entrar en esta categoría.

Aquí es cuando viene muy bien tener una rutina, para que no se nos olvide nada y le asignemos a cada tarea la frecuencia más adecuada, para no limpiar de más ni de menos. 

Por ejemplo, fregar el suelo puede ser una tarea semanal, mientras que cambiar los protectores del colchón y las almohadas puede ser mensual.  

Limpieza general: cada 3 meses, cada 6 meses, una vez al año

Cuando vacías los armarios y los limpias por dentro, lavas las cortinas, limpias las ventanas a fondo, limpias las lámparas del techo…, normalmente, si necesitas subirte a una escalera, estás haciendo limpieza general 🙂

Son cosas que se pueden limpiar sin ningún problema solo una o unas pocas veces al año.

¿Cuál es mi rutina de limpieza actual?

Si nunca has puesto sobre papel o pantalla tu rutina, ahora es el momento. 

Haz tres columnas, una para cada el tipo de limpieza anterior, y apunta lo que ya estás haciendo en la actualidad y cada cuánto tiempo. 

Escritorio blanco con un teclado, dos bolígrafos y dos blocks de notas

¿Qué falta en mi rutina?

Siempre hay cosas que no limpiamos, no porque no queramos, sino porque nunca nos hemos parado a pensar que deberíamos hacerlo. Y la verdad es que en muchos casos, si has vivido todo este tiempo sin limpiar algo, es muy probable que puedas seguir haciéndolo. 

Pero no estaría haciendo un buen trabajo con este artículo si no te animo a añadir estas cosas a tu rutina. 

Cosas como limpiar el polvo de las plantas, limpiar el buzón de correos, lavar los felpudos…

Para identificar a estos olvidados, prueba a darte una vuelta por casa e imagínate que está en venta y tú eres un potencial comprador. O al revés, vas a poner tu casa en venta y la tienes que limpiar a fondo para cuando vengan a verla potenciales compradores. 

Echa un vistazo al techo y las paredes, a las puertas, a los interruptores, a los muebles… y todo con ojos juzgadores. 

Apunta todas las tareas nuevas que hayas identificado y colócalas en la columna adecuada.

Leer más: 8 cosas que no limpiamos en casa pero deberíamos

¿Qué no está funcionando en la actualidad?

¿Las juntas de la ducha están negras?, ¿cada vez que limpias el horno por dentro te planteas tirarlo a la basura y comprar uno nuevo?

Seguir una rutina está muy bien siempre y cuando sea la adecuada. 

A mí me costó mucho reconocer que no podía limpiar la ducha a fondo solo una vez a la semana, porque si lo hago las juntas se ennegrecen.

Por eso, piensa en cómo te encuentras las cosas cuando vas a limpiarlas:

Si te entran ganas de llorar, tienes que limpiarlas con más frecuencia. Si lo dejas como lo encontraste, es decir, limpio, es que puedes limpiarlo menos a menudo.

Cambia la frecuencia de las cosas que no están funcionando bien a una más adecuada. 

Crea tu nuevo calendario de limpieza

Con todo lo anterior ya deberías tener una buena lista de las tareas que tienes que hacer y cada cuánto tiempo. 

El siguiente paso es organizarte para cumplir con esa rutina.  

Rutina de limpieza diaria

Si has añadido algo nuevo a la rutina diaria, decide en qué momento del día lo vas a hacer. Por ejemplo, si para mantener la mampara de la ducha limpia vas a empezar a pasarle un paño todos los días, hacerlo justo después de la última ducha del día sería el momento ideal.

Rutina de limpieza profunda

Cómo te organices con estas tareas dependerá de tus preferencias y circunstancias. 

Si trabajas entre semana, quizá prefieras dejar todas las tareas semanales para el fin de semana. 

O igual prefieres repartirlas durante la semana y hacer una cada día para no tener que limpiar tanto en el finde. 

Independientemente de cómo lo quieras hacer, lo mejor es la constancia, asignándole un día específico a cada tarea. 

No solo es lo más efectivo porque dejas pasar siempre el mismo tiempo entre limpieza y limpieza. También porque una vez asocies cada día con su tarea, podrás dejar de pensar en ella y hacerla de manera automática. 

Para las tareas mensuales busca días que tengan sentido y que sean fáciles de recordar. 

Por ejemplo, si cambias las sábanas todos los sábados, el primer sábado de cada mes puede ser el día que cambies los protectores. 

Yo hay cosas que hago el primer lunes del mes, otras el primer martes… al principio tuve que apuntar estas cosas en mi agenda para no olvidarme, y aun así, algunas veces no me acordé de hacerlo, pero después de unos meses pasaron a formar parte de mi rutina, que es de lo que se trata. 

Rutina de limpieza general

Podemos hablar de rutina cuando hacemos algo de manera más o menos automática, sin tener que pararnos a pensar en ello. Para que esto ocurra esa tarea tiene que ser muy recurrente.

La visita anual al dentista no puede considerarse técnicamente una rutina, porque cada vez que vas tienes que acordarte de pedir la cita y luego apuntar la fecha y la hora para que no se te olvide. 

Lo mismo pasa con la limpieza general. Hacer algo unas pocas veces al año no es suficiente para que nuestro cerebro lo registre como rutinario. 

Por eso, una vez tienes claro qué vas a limpiar y cada cuánto tiempo, tendrás que planificar cuándo lo vas a hacer, igual que planificas la visita al dentista. 

Mucha gente hace una limpieza general concentrada en una o dos semanas, la clásica limpieza de primavera. 

Yo también lo hacía, pero con el tiempo me di cuenta de que no era la mejor opción para mí. No solo por lo agotada que acababa, sino porque con la excusa de que iba a hacer limpieza de primavera, dejaba cosas sin limpiar hasta que hacía esa gran limpieza. 

De nuevo, mi cerebro ahorrándome hacer cosas que no quiero hacer en el momento.

Lo que hago ahora es repartir las tareas anuales a lo largo del año, y las tareas trimestrales las voy repartiendo también durante el trimestre.

Lo importante no es el momento en que vas a limpiar algo, sino cada cuánto. 

Al hablar de limpieza de primavera tendemos a pensar que con limpiar estas cosas una vez al año es suficiente. 

Pero mientras que vaciar y limpiar el armario de los vasos una vez al año puede ser suficiente, no lo será con los armarios que usemos de despensa. 

Dar con ese equilibrio en que limpias las cosas con la frecuencia necesaria es la clave de una buena rutina de limpieza. 

Repasa las tareas que apuntaste en la columna de limpieza general para ver si tienes que cambiar la frecuencia de alguna y decide si vas a repartirlas durante el año o prefieres hacer una limpieza de primavera más tradicional. 

Agenda anual para planificar la rutina de limpieza del hogar

Ahora que ya has mejorado tu rutina actual, solo queda tenerla siempre a mano para cumplirla. 

Si usas una agenda puedes apuntar ya las tareas semanales y mensuales en su día correspondiente. A las trimestrales y anuales puedes asignarles un mes y según se acerque, buscarles un día que te venga bien. 

Conclusión

El objetivo de crear una buena rutina de limpieza no es tener la casa más limpia del barrio (a no ser que sea eso lo que quieres) sino tener un plan que te ayude a mantener tu hogar limpio de manera más fácil.

No más fácil porque mágicamente tengas que limpiar menos, sino más fácil porque dejas de pensar en ello y pasa a ser parte de tu rutina. 

Esto no solo te hace ser más eficiente, por repetición, sino que te ahorras la fatiga mental de tener que pensar (y discutir contigo mismo) qué limpiar y cuándo. 

Date tiempo para crear la que será tu rutina ideal, yo he cambiado la mía varias veces, cambiando la frecuencia de algunas cosas según me parecía necesario. 

También pueden pasar muchas cosas que hagan que tengas que modificar tu rutina, como empezar a trabajar desde casa, mudarte, tener un hijo, etc. Si esto pasa y tienes una buena base de la que partir, será más difícil que pierdas el control de la casa y vuelvas a ese estado permanente de ir por detrás en todo. 

Pin mejorar la rutina de limpieza de tu casa

Espero que esta entrada te ayude a organizarte mejor con la limpieza de la casa. Si quieres todas las plantillas que necesitas para crear una buena rutina, las tienes en la Guía para poner tu casa al día:

Mockup guía casa al día

Irene

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